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miércoles, 9 de diciembre de 2009

FERNANDO MARTIN


“Cuando vi que era él… dejé de fotografiarle…” Así se quedó el fotógrafo Raúl Cancio cuando, un 3 de Diciembre de 1989, cubría un accidente ocurrido en la M-30. Un coche se salió y se estampó contra la mediana. Era un jugador de baloncesto del Real Madrid, pero no quién. De entre el amasijo de hierros sale un chico alto totalmente ensangrentado y unas postales firmadas por él. Eran de Fernando Martín.


Mientras tanto, en el Palacio de los Deportes, en Real Madrid empezaba a entrar en vestuarios cuando se corrió la voz de que un compañero tuvo un accidente y estaba gravísimo. Inmediatamente, el partido se aplazó y la plantilla se fue al Gregorio Marañón.

Pero ya era tarde. El primer español en ir a la NBA, el mejor jugador español de aquel tiempo moría.


La muerte de Fernando dejó a mucha gente tocada, y casi hundida, sobre todo a su hermano pequeño Antonio. La gente no se creía que se había ido; que, con 27 años, su vida quede sesgada para siempre. El mundo del deporte quedó consternado, todo el mundo buscaba una explicación, pero no la había.


Al día siguiente, el Raimundo Saporta se quedó pequeño para homenajear a un chico de Torrejón, humilde, sencillo, pero que en la cancha era una bestia. Ver a sus compañeros Romay, Corbalán o a “enemigos” como Epi y, a su “alter ego” Audi Norris llorar desconsoladamente, es una imagen que no tiene descripción posible.


Fernando fue el primero que se atrevió a cruzar el charco, tras sus grandes actuaciones en Europa con ese Real Madrid de Romay, Corbalán, Iturriaga y el propio Martín, y con la Selección Española que llegó a ser plata en aquella mágica final ante la USA del jovencísimo Michael Jordan. En Pórtland no llegó a cuajar, pero lo poco que jugó, dejó lo que le hizo ser uno de los mejores en aquel tiempo. Tras ese paso volvió al club donde creció y siguó dandose golpes y más golpes con el Barcelona de Solozabal, Epi y Norris (cuyas batallas en la pintura eran dignas de un combate de boxeo). Pero algo le dijo que, tras haber jugado en todo el mundo, le faltaba jugar en un sitio más: Ahí arriba.


Y ahora, 20 años después, el mundo del baloncesto le sigue recordando, como el primero en abrir el camino de los hoy Gasol, Navarro, Rudy y cia. Este fin de semana, se hará un tiempo muerto en todas las canchas para homenajearle.


Yo no le vi jugar, pero mi padre me dice que “era una maravilla, su lucha y entrega es algo que nadie ha podido superarle”. Los más grandes, como Petrovic, Maravich o Chamberlain deben estar en otra liga, y alli es donde estan. En la otra liga.

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