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lunes, 4 de enero de 2010

FAR BASKET


Parece que los duelos en el OK Corral van a volver a escena, sin embargo no en el lejano Oeste, sino que en las canchas de baloncesto.

El primer día del año nuevo nos encontramos con que Gilbert Arenas y su compañero de equipo Javaris Crittenton se enzarzaron en una discusión en los vestuarios que acabaron con pistolas. Afortunadamente no se dispararon, sino que se desenfundaron para intimidarse mutuamente.

La verdad es que Arenas se ha caracterizado por sus polémicas dentro y fuera de la cancha. De sobra es conocido su adicción al juego (se dice que durante los descansos juega grandes sumas de dinero en los casinos on-line) y de gastar parte de su millonario contrato en excentricidades varias. Pero tener un arma de fuego en tu lugar de trabajo roza casi la inmoralidad y lo indigno.

Para añadirle más morbo al asunto, ayer Devin Harris (jugador de los Nets) aseguraba que el 75% de los jugadores tienen armas de fuego en los vestuarios. La NBA no prohíbe tener armas de fuego, lo que si prohíbe es llevarlas a las canchas de baloncesto.

La verdad es que estas cosas sólo pueden pasar en la mejor liga del mundo, pero me parece deleznable pensar que algunos de los mejores jugadores del planeta se paseen portando armas. ¿Se imaginan a Dwane Wade mirándose al espejo en plan “taxi driver” “Are you talking to me?” o a Kobe y Pau como Paul y Vincent de “Pulp Fiction?”

Sinceramente, prefiero que disparen la bola dentro del aro, y que esos duelos de OK Corral se hagan en el parquet, y si es posible en los Playoffs.

Entonces me haré de la Asociación Nacional del Rifle

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